Máster Universitario en Biología de la Conservación (Madrid, Madrid)
Universidad Complutense de Madrid
DFP_
Ubicación:Madrid - Madrid
Tipo:Maestrías
Modalidad:Presencial
DFP_
Objetivos formativos incluyendo perfil de competencias
El Máster en Biología de la Conservación surge como una iniciativa de los departamentos de la Facultad de Ciencias Biológicas de la UCM más vinculados con el campo de la conservación de la naturaleza (Biología Vegetal, Ecología, Genética y Zoología). Su objetivo es dirigir en esa dirección una parte de los estudios de postgrado de nuestro centro y proyectar su contenido en el entorno iberoamericano con el que nuestra Universidad, a través de diferentes convenios, tiene estrechas relaciones. Justificamos la oportunidad de esta iniciativa con los siguientes argumentos:
La preocupación por la conservación de la naturaleza no es algo novedoso en el mundo de la Biología pues el deterioro ambiental, sobre todo la desaparición de ciertas poblaciones, especies, sistemas ecológicos y paisajes emblemáticos, ya preocupaba a los naturalistas del siglo XIX desde planteamientos muy similares a los actuales (McIntosh 1985). De hecho, a mediados del siglo pasado los biólogos participaban ya muy activamente en el candelero de la conservación al constatar los nocivos efectos de una crisis ambiental creciente y globalizada (White 1967). Desde entonces, la situación del medio ambiente no ha hecho más que empeorar. Hoy hemos rebasado los 6000 millones de personas, ocupamos el 75% de la tierra agrícola útil, monopolizamos buena parte de la producción primaria del planeta, lo contaminamos cada año con millones de toneladas de insecticidas y herbicidas y estamos cambiando el clima con la descomunal cantidad de combustibles fósiles que arrojamos a la atmósfera (Hannah et al. 1994, Vitousek et al. 1997, Hughes 2000, Woodruff 2001, Loh 2004…). Esto está deteriorando la diversidad de la vida. Hoy se sabe, por ejemplo, que cerca de 12% de las especies de aves y el 23 % de las de mamíferos, los dos grupos taxonómicos mejor inventariados, están amenazadas a escala planetaria (UICN 2003, 2006) y que, en el caso de aquellas poblaciones no extintas objeto de seguimiento numérico, sus efectivos han experimentado una disminución media de un 40% en las últimas tres décadas (Loh 2003, 2004). Si comparásemos la actual pérdida de especies con la acaecida en épocas pasadas, ésta se asimilaría a cualquiera de las grandes revoluciones ambientales que, como la transición cretácica (hace 65 m.a), eliminaron de forma casi repentina a seres tan diversos y abundantes como los populares dinosaurios (McKinney 1997).
Como respuesta a esta situación, y en consonancia con otras respuestas procedentes de ámbitos científicos, tecnológicos, legislativos y/o políticos, la Biología ha desarrollado durante los últimos veinte años un cuerpo de conocimientos dirigido a conservar la variedad de manifestaciones de la vida en nuestro planeta junto con los procesos ambientales y evolutivos que la mantienen (Meffe y Carroll 1994, Wilson 2000). La Biología de la Conservación, como se la conoce desde hace un par de décadas, es una respuesta multidisciplinaria a la actual crisis planetaria de biodiversidad (Soulé 1985), entendida ésta como la “diversidad de la vida en todas sus formas y en todos sus niveles de organización” (Hunter 1996). Incluye, por lo tanto, a todos los animales, plantas, hongos, bacterias y otros micro-organismos así como a los diferentes niveles de integración en los que se organiza la vida (genes, poblaciones, ecosistemas...). Además de esta biodiversidad estructural, la Biología de la Conservación reconoce la importancia de proteger la biodiversidad funcional; es decir, a la variedad de procesos ecológicos y evolutivos que garantizan la permanencia de los seres vivos (Primark 1995). Además, y desde una perspectiva más instrumental, se define como una ciencia aplicada que trata de diagnosticar las causas del deterioro de la biodiversidad con el fin de atenuarlas o eliminarlas (Hunter 1996, Primark 1995).
Dado el antiguo compromiso de esta ciencia con los temas de conservación, pudiera pensarse que la Biología de la Conservación, un término de cuño relativamente reciente, no es sino la nueva denominación de una vieja disciplina. Hay, sin embargo, aspectos de esta nueva aproximación que merecen ser resaltados por suponer una mejora objetiva de las aportaciones de la Biología al campo de la conservación:
En primer lugar, la Biología de la Conservación ha incorporado las ideas evolutivas al campo de la conservación. Esta es, sin duda, una contribución original a un campo dominado tradicionalmente por la protección de las especies y hábitats amenazados (biodiversidad estructural) y de los sistemas ecológicos que los mantienen (una parte de la aproximación funcional; Caughley 1994). No parece gratuito indicar que la incorporación de los problemas relacionados con la pérdida de identidad genética, los riesgos de la endogamia o la disminución de la variabilidad genética de las poblaciones haya supuesto un claro enriquecimiento del discurso conservacionista (Soulé y Wilcox 1980, Caughley 1994, Lynch 1996). O, dicho de otra manera, la incorporación del discurso neo-darwinista al mundo de la conservación ha integrado en un objetivo aplicado aproximaciones hasta ayer puramente académicas. Como consecuencia, la preocupación por la protección de los procesos evolutivos ha ganado terreno en esta disciplina. Por eso, la Biología de la Conservación centra buena parte de su entramado conceptual alrededor de las poblaciones de organismos, el nivel de integración de la materia viva donde transcurre la mecánica de los procesos evolutivos. Muchos consideran hoy que las poblaciones de organismos son entidades adecuadas para diseñar estrategias de conservación dado que su protección lleva aparejado el mantenimiento de los sistemas ecológicos que las mantienen (Crandall et al. 2000). Desde esta perspectiva, una correcta gestión de las poblaciones debiera implicar la consideración de todos los niveles de la diversidad biológica (genética, específica, ecosistémica... Caughley y Gunn 1996; ver, también, Meffe y Carroll 1994). Esta transversalidad conceptual de la Biología de la Conservación ha atraído la atención de muchos biólogos procedentes de campos dispares: los taxónomos adquieren hoy un papel relevante al ser los encargados de delimitar las unidades de gestión; los genéticos de poblaciones son los encargados de valorar la capacidad evolutiva de las poblaciones o de diseñar las mejores estrategias de reproducción ex-situ; los ecólogos estudian sus interacciones con los sistemas ambientales en los que viven y diagnostican las eventuales causas de su declive y los biogeógrafos proyectan la mejor configuración espacial de las poblaciones con el objeto de garantizar dinámicas de recolonización capaces de paliar las extinciones locales. No ha de extrañarnos, por lo tanto, la rapidez con la que en la última década se ha desarrollado este campo científico. Pese al menor impacto de esta actividad científica que la registrada en otros campos de la Biología (por ejemplo, los relacionados con la Biología sanitaria; ver Tellería 1999) puede apreciarse esta vitalidad en la rápida inclusión y/o apreciación de publicaciones específicas sobre el particular en el ISI (por ejemplo, Conservation Biology, Biological Conservation, Biodiversity and Conservation, Animal Conservation, etc), la inclinación hacia el campo conservacionista de otras más centradas en la explotación de recursos (Applied Ecology, Journal of Wildlife Management, Forest Ecology and Management…) o en los estudios básicos (Bioscience, Ecography, Journal of Biogeography, etc.).
En segundo lugar, los planteamientos de la Biología de la Conservación han reforzado el papel de la ciencia, o de los científicos, en un campo tradicionalmente dominado por los gestores (Caughey 1994, Morrison et al.1998). La conservación bascula entre el estudio y la gestión; es decir, entre el diagnóstico de los problemas relacionados con la desaparición de la biodiversidad y nuestra respuesta con el fin de solucionarlos. Ambos procesos son complementarios e igualmente necesarios: es tan ilógico sacar conclusiones sobre las causas del declive de una especie o el deterioro de un sistema ecológico sin aplicarlas a su conservación como tomar decisiones de manejo sin saber lo que ocurre. Y no es raro que, con frecuencia, se den ambas situaciones creando abismos de descoordinación que es necesario atajar desde el campo de la Biología con la formación de los científicos en el mundo de lo aplicado. Después de todo, la ciencia se define por el método de trabajo (el método científico) y no por los objetivos de estudio que pueden ser básicos o aplicados (como es el caso que nos incumbe).
Por lo comentado anteriormente, parece razonable contribuir a la formación de expertos capaces de diagnosticar los problemas de conservación de la biodiversidad (en su acepción más amplia; ver arriba) y de gestionar buena parte de las posibles soluciones. Y también parece lógico asumir que tal objetivo forma parte de lo que nuestra sociedad exige de la Biología. Esta formación de expertos necesita de aproximaciones “transversales” que rompan el autismo conceptual en el que, con frecuencia, se desenvuelve la docencia adscrita a los diferentes departamentos y/o áreas de conocimiento. La Biología de la Conservación es una disciplina de clara vocación integradora en la que, como hemos indicado anteriormente, tienen cabida disciplinas de signo diverso (Genética, Ecología, Zoología, Biología Vegetal, etc.) que hoy se imparten de forma autónoma en la Licenciatura. Esta autonomía es lógica en la medida que cada una atiende a su particular campo de actividad científica y profesional. Pero faltan esfuerzos adicionales conducentes a integrar tales aproximaciones básicas alrededor de objetivos aplicados comunes, como es el caso de la conservación de la biodiversidad. Para conseguir tal objetivo, creemos que hay dos estrategias complementarias a desarrollar en el postgrado y que pretendemos cubrir con este máster:
- Configurar una estructura formativa con la que el alumno pueda dirigir muchos de los conocimiento básicos ya adquiridos en la actual Licenciatura en Biología y en los estudios de Grado (Taxonomía, Ecología, Genética, Botánica, Zoología…) hacia el campo específico de la Biología de la Conservación.
- Completar su formación en aquellos aspectos conceptuales e instrumentales relevantes no abordados, o desarrollados de forma muy limitada, en los estudios de Licenciatura o Grado.
Por eso, y conscientes de la necesidad de cubrir la oferta de estudios en Biología de la Conservación en nuestro ámbito de actuación (pertenecemos a una Facultad de Ciencias Biológicas con 2000 alumnos de Licenciatura), y de la tendencia internacional a cubrir dicho objetivo (Tromblulak et al. 2004), los cuatro departamentos implicados en este tipo de aspectos (departamentos de Genética, Zoología y Antropología Física, Biología Vegetal y Ecología) decidieron en el 2002, tras diversas experiencias comunes (seminarios, cursos, etc), emprender un Programa Inter-departamental de Doctorado en Biología de la Conservación, germen de este máster, con los siguientes criterios y objetivos:
-Ofertar asignaturas que completen las deficiencias formativas de los alumnos de nuestra Facultad, de otros centros de la Comunidad de Madrid y de Ibero-América abundando, además, en el carácter transversal de estos conocimientos.
-Pedir a cada departamento una oferta limitada de asignaturas de interés y calidad (el interés y rendimiento de estas asignaturas han sido evaluados en cada curso por la Comisión Inter-departamental que coordina el programa), algunas impartidas previamente en otros programas de doctorado, que se ajusten al esquema de programa básico desarrollado en el siguiente apartado.
-Corroborar y fomentar la participación de expertos de otras instituciones que ya colaboraban con nuestra Facultad en diferentes cursos y/o actividades (INIA, CSIC, Ministerio de Medio Ambiente, Consejerías de Medio Ambiente, etc.).
El máster actual es la consecuencia lógica de esta trayectoria y, en su diseño actual, se plantea como un tránsito entre el actual plan de estudios y el diseñado para un futuro inmediato. Nuestra idea es no entorpecer la formación de postgrado/doctorado de los actuales alumnos de Licenciatura, favorecer la inclusión de los alumnos de otras licenciaturas afines y diseñar programas futuros abiertos a la colaboración de otros centros y universidades.
El Máster en Biología de la Conservación surge como una iniciativa de los departamentos de la Facultad de Ciencias Biológicas de la UCM más vinculados con el campo de la conservación de la naturaleza (Biología Vegetal, Ecología, Genética y Zoología). Su objetivo es dirigir en esa dirección una parte de los estudios de postgrado de nuestro centro y proyectar su contenido en el entorno iberoamericano con el que nuestra Universidad, a través de diferentes convenios, tiene estrechas relaciones. Justificamos la oportunidad de esta iniciativa con los siguientes argumentos:
La preocupación por la conservación de la naturaleza no es algo novedoso en el mundo de la Biología pues el deterioro ambiental, sobre todo la desaparición de ciertas poblaciones, especies, sistemas ecológicos y paisajes emblemáticos, ya preocupaba a los naturalistas del siglo XIX desde planteamientos muy similares a los actuales (McIntosh 1985). De hecho, a mediados del siglo pasado los biólogos participaban ya muy activamente en el candelero de la conservación al constatar los nocivos efectos de una crisis ambiental creciente y globalizada (White 1967). Desde entonces, la situación del medio ambiente no ha hecho más que empeorar. Hoy hemos rebasado los 6000 millones de personas, ocupamos el 75% de la tierra agrícola útil, monopolizamos buena parte de la producción primaria del planeta, lo contaminamos cada año con millones de toneladas de insecticidas y herbicidas y estamos cambiando el clima con la descomunal cantidad de combustibles fósiles que arrojamos a la atmósfera (Hannah et al. 1994, Vitousek et al. 1997, Hughes 2000, Woodruff 2001, Loh 2004…). Esto está deteriorando la diversidad de la vida. Hoy se sabe, por ejemplo, que cerca de 12% de las especies de aves y el 23 % de las de mamíferos, los dos grupos taxonómicos mejor inventariados, están amenazadas a escala planetaria (UICN 2003, 2006) y que, en el caso de aquellas poblaciones no extintas objeto de seguimiento numérico, sus efectivos han experimentado una disminución media de un 40% en las últimas tres décadas (Loh 2003, 2004). Si comparásemos la actual pérdida de especies con la acaecida en épocas pasadas, ésta se asimilaría a cualquiera de las grandes revoluciones ambientales que, como la transición cretácica (hace 65 m.a), eliminaron de forma casi repentina a seres tan diversos y abundantes como los populares dinosaurios (McKinney 1997).
Como respuesta a esta situación, y en consonancia con otras respuestas procedentes de ámbitos científicos, tecnológicos, legislativos y/o políticos, la Biología ha desarrollado durante los últimos veinte años un cuerpo de conocimientos dirigido a conservar la variedad de manifestaciones de la vida en nuestro planeta junto con los procesos ambientales y evolutivos que la mantienen (Meffe y Carroll 1994, Wilson 2000). La Biología de la Conservación, como se la conoce desde hace un par de décadas, es una respuesta multidisciplinaria a la actual crisis planetaria de biodiversidad (Soulé 1985), entendida ésta como la “diversidad de la vida en todas sus formas y en todos sus niveles de organización” (Hunter 1996). Incluye, por lo tanto, a todos los animales, plantas, hongos, bacterias y otros micro-organismos así como a los diferentes niveles de integración en los que se organiza la vida (genes, poblaciones, ecosistemas...). Además de esta biodiversidad estructural, la Biología de la Conservación reconoce la importancia de proteger la biodiversidad funcional; es decir, a la variedad de procesos ecológicos y evolutivos que garantizan la permanencia de los seres vivos (Primark 1995). Además, y desde una perspectiva más instrumental, se define como una ciencia aplicada que trata de diagnosticar las causas del deterioro de la biodiversidad con el fin de atenuarlas o eliminarlas (Hunter 1996, Primark 1995).
Dado el antiguo compromiso de esta ciencia con los temas de conservación, pudiera pensarse que la Biología de la Conservación, un término de cuño relativamente reciente, no es sino la nueva denominación de una vieja disciplina. Hay, sin embargo, aspectos de esta nueva aproximación que merecen ser resaltados por suponer una mejora objetiva de las aportaciones de la Biología al campo de la conservación:
En primer lugar, la Biología de la Conservación ha incorporado las ideas evolutivas al campo de la conservación. Esta es, sin duda, una contribución original a un campo dominado tradicionalmente por la protección de las especies y hábitats amenazados (biodiversidad estructural) y de los sistemas ecológicos que los mantienen (una parte de la aproximación funcional; Caughley 1994). No parece gratuito indicar que la incorporación de los problemas relacionados con la pérdida de identidad genética, los riesgos de la endogamia o la disminución de la variabilidad genética de las poblaciones haya supuesto un claro enriquecimiento del discurso conservacionista (Soulé y Wilcox 1980, Caughley 1994, Lynch 1996). O, dicho de otra manera, la incorporación del discurso neo-darwinista al mundo de la conservación ha integrado en un objetivo aplicado aproximaciones hasta ayer puramente académicas. Como consecuencia, la preocupación por la protección de los procesos evolutivos ha ganado terreno en esta disciplina. Por eso, la Biología de la Conservación centra buena parte de su entramado conceptual alrededor de las poblaciones de organismos, el nivel de integración de la materia viva donde transcurre la mecánica de los procesos evolutivos. Muchos consideran hoy que las poblaciones de organismos son entidades adecuadas para diseñar estrategias de conservación dado que su protección lleva aparejado el mantenimiento de los sistemas ecológicos que las mantienen (Crandall et al. 2000). Desde esta perspectiva, una correcta gestión de las poblaciones debiera implicar la consideración de todos los niveles de la diversidad biológica (genética, específica, ecosistémica... Caughley y Gunn 1996; ver, también, Meffe y Carroll 1994). Esta transversalidad conceptual de la Biología de la Conservación ha atraído la atención de muchos biólogos procedentes de campos dispares: los taxónomos adquieren hoy un papel relevante al ser los encargados de delimitar las unidades de gestión; los genéticos de poblaciones son los encargados de valorar la capacidad evolutiva de las poblaciones o de diseñar las mejores estrategias de reproducción ex-situ; los ecólogos estudian sus interacciones con los sistemas ambientales en los que viven y diagnostican las eventuales causas de su declive y los biogeógrafos proyectan la mejor configuración espacial de las poblaciones con el objeto de garantizar dinámicas de recolonización capaces de paliar las extinciones locales. No ha de extrañarnos, por lo tanto, la rapidez con la que en la última década se ha desarrollado este campo científico. Pese al menor impacto de esta actividad científica que la registrada en otros campos de la Biología (por ejemplo, los relacionados con la Biología sanitaria; ver Tellería 1999) puede apreciarse esta vitalidad en la rápida inclusión y/o apreciación de publicaciones específicas sobre el particular en el ISI (por ejemplo, Conservation Biology, Biological Conservation, Biodiversity and Conservation, Animal Conservation, etc), la inclinación hacia el campo conservacionista de otras más centradas en la explotación de recursos (Applied Ecology, Journal of Wildlife Management, Forest Ecology and Management…) o en los estudios básicos (Bioscience, Ecography, Journal of Biogeography, etc.).
En segundo lugar, los planteamientos de la Biología de la Conservación han reforzado el papel de la ciencia, o de los científicos, en un campo tradicionalmente dominado por los gestores (Caughey 1994, Morrison et al.1998). La conservación bascula entre el estudio y la gestión; es decir, entre el diagnóstico de los problemas relacionados con la desaparición de la biodiversidad y nuestra respuesta con el fin de solucionarlos. Ambos procesos son complementarios e igualmente necesarios: es tan ilógico sacar conclusiones sobre las causas del declive de una especie o el deterioro de un sistema ecológico sin aplicarlas a su conservación como tomar decisiones de manejo sin saber lo que ocurre. Y no es raro que, con frecuencia, se den ambas situaciones creando abismos de descoordinación que es necesario atajar desde el campo de la Biología con la formación de los científicos en el mundo de lo aplicado. Después de todo, la ciencia se define por el método de trabajo (el método científico) y no por los objetivos de estudio que pueden ser básicos o aplicados (como es el caso que nos incumbe).
Por lo comentado anteriormente, parece razonable contribuir a la formación de expertos capaces de diagnosticar los problemas de conservación de la biodiversidad (en su acepción más amplia; ver arriba) y de gestionar buena parte de las posibles soluciones. Y también parece lógico asumir que tal objetivo forma parte de lo que nuestra sociedad exige de la Biología. Esta formación de expertos necesita de aproximaciones “transversales” que rompan el autismo conceptual en el que, con frecuencia, se desenvuelve la docencia adscrita a los diferentes departamentos y/o áreas de conocimiento. La Biología de la Conservación es una disciplina de clara vocación integradora en la que, como hemos indicado anteriormente, tienen cabida disciplinas de signo diverso (Genética, Ecología, Zoología, Biología Vegetal, etc.) que hoy se imparten de forma autónoma en la Licenciatura. Esta autonomía es lógica en la medida que cada una atiende a su particular campo de actividad científica y profesional. Pero faltan esfuerzos adicionales conducentes a integrar tales aproximaciones básicas alrededor de objetivos aplicados comunes, como es el caso de la conservación de la biodiversidad. Para conseguir tal objetivo, creemos que hay dos estrategias complementarias a desarrollar en el postgrado y que pretendemos cubrir con este máster:
- Configurar una estructura formativa con la que el alumno pueda dirigir muchos de los conocimiento básicos ya adquiridos en la actual Licenciatura en Biología y en los estudios de Grado (Taxonomía, Ecología, Genética, Botánica, Zoología…) hacia el campo específico de la Biología de la Conservación.
- Completar su formación en aquellos aspectos conceptuales e instrumentales relevantes no abordados, o desarrollados de forma muy limitada, en los estudios de Licenciatura o Grado.
Por eso, y conscientes de la necesidad de cubrir la oferta de estudios en Biología de la Conservación en nuestro ámbito de actuación (pertenecemos a una Facultad de Ciencias Biológicas con 2000 alumnos de Licenciatura), y de la tendencia internacional a cubrir dicho objetivo (Tromblulak et al. 2004), los cuatro departamentos implicados en este tipo de aspectos (departamentos de Genética, Zoología y Antropología Física, Biología Vegetal y Ecología) decidieron en el 2002, tras diversas experiencias comunes (seminarios, cursos, etc), emprender un Programa Inter-departamental de Doctorado en Biología de la Conservación, germen de este máster, con los siguientes criterios y objetivos:
-Ofertar asignaturas que completen las deficiencias formativas de los alumnos de nuestra Facultad, de otros centros de la Comunidad de Madrid y de Ibero-América abundando, además, en el carácter transversal de estos conocimientos.
-Pedir a cada departamento una oferta limitada de asignaturas de interés y calidad (el interés y rendimiento de estas asignaturas han sido evaluados en cada curso por la Comisión Inter-departamental que coordina el programa), algunas impartidas previamente en otros programas de doctorado, que se ajusten al esquema de programa básico desarrollado en el siguiente apartado.
-Corroborar y fomentar la participación de expertos de otras instituciones que ya colaboraban con nuestra Facultad en diferentes cursos y/o actividades (INIA, CSIC, Ministerio de Medio Ambiente, Consejerías de Medio Ambiente, etc.).
El máster actual es la consecuencia lógica de esta trayectoria y, en su diseño actual, se plantea como un tránsito entre el actual plan de estudios y el diseñado para un futuro inmediato. Nuestra idea es no entorpecer la formación de postgrado/doctorado de los actuales alumnos de Licenciatura, favorecer la inclusión de los alumnos de otras licenciaturas afines y diseñar programas futuros abiertos a la colaboración de otros centros y universidades.
Curso 1
Código Asignatura Carácter Créditos Ofertada
604092 análisis de datos en biología de organismos y sistemas
Obligatoria 6.0 Si
604093 base genética de la conservación
Optativa 6.0 Si
604103 biología y conservación de poblaciones animales en hábitats fragmentados
Optativa 6.0 Si
604102 caracterización de poblaciones animales amenazadas
Optativa 6.0 Si
604107 conservación y recuperación de suelos
Optativa 6.0 Si
604100 conservación y restauración de ecosistemas marinos
Optativa 6.0 Si
604106 ecología de las perturbaciones
Optativa 6.0 Si
604110 ecoturismo y desarrollo sostenible
Optativa 6.0 Si
604105 especies invasoras
Optativa 6.0 Si
604098 estudio y conservacion de comunidades vegetales amenazadas
Optativa 6.0 Si
604097 estudio y gestion de poblaciones vegetales
Optativa 6.0 Si
604099 expresión y análisis cartográfico de la vegetación
Optativa 6.0 Si
604094 filogenias moleculares
Optativa 6.0 Si
604095 filogeografía y sus aplicaciones
Optativa 6.0 Si
604096 gestión genética de programas de conservación
Optativa 6.0 Si
604104 impacto de las obras públicas sobre la fauna
Optativa 6.0 Si
604090 introducción a la biología de la conservación
Obligatoria 6.0 Si
604109 investigación y gestión de espacios protegidos
Optativa 6.0 Si
604091 principios básicos en el diseño de estudios ecológicos
Obligatoria 6.0 Si
604108 restauración de ecosistemas acuáticos continentales
Optativa 6.0 Si
604101 restauración ecológica
Optativa 6.0 Si
604111 trabajo fin de master (biología de la conservación)
Proyecto fin de carrera 12.0 Si
Código Asignatura Carácter Créditos Ofertada
604092 análisis de datos en biología de organismos y sistemas
Obligatoria 6.0 Si
604093 base genética de la conservación
Optativa 6.0 Si
604103 biología y conservación de poblaciones animales en hábitats fragmentados
Optativa 6.0 Si
604102 caracterización de poblaciones animales amenazadas
Optativa 6.0 Si
604107 conservación y recuperación de suelos
Optativa 6.0 Si
604100 conservación y restauración de ecosistemas marinos
Optativa 6.0 Si
604106 ecología de las perturbaciones
Optativa 6.0 Si
604110 ecoturismo y desarrollo sostenible
Optativa 6.0 Si
604105 especies invasoras
Optativa 6.0 Si
604098 estudio y conservacion de comunidades vegetales amenazadas
Optativa 6.0 Si
604097 estudio y gestion de poblaciones vegetales
Optativa 6.0 Si
604099 expresión y análisis cartográfico de la vegetación
Optativa 6.0 Si
604094 filogenias moleculares
Optativa 6.0 Si
604095 filogeografía y sus aplicaciones
Optativa 6.0 Si
604096 gestión genética de programas de conservación
Optativa 6.0 Si
604104 impacto de las obras públicas sobre la fauna
Optativa 6.0 Si
604090 introducción a la biología de la conservación
Obligatoria 6.0 Si
604109 investigación y gestión de espacios protegidos
Optativa 6.0 Si
604091 principios básicos en el diseño de estudios ecológicos
Obligatoria 6.0 Si
604108 restauración de ecosistemas acuáticos continentales
Optativa 6.0 Si
604101 restauración ecológica
Optativa 6.0 Si
604111 trabajo fin de master (biología de la conservación)
Proyecto fin de carrera 12.0 Si
Requisitos de titulación o formación previa específica
Licenciados en Ciencias Biológicas o Ambientales, así como Ingenieros Agrícolas y Forestales y otras titulaciones afines
Licenciados en Ciencias Biológicas o Ambientales, así como Ingenieros Agrícolas y Forestales y otras titulaciones afines
DFP_